lunes, 6 de abril de 2009

Historias de Fantasmas II

El fantasma II.- de Alejandro Dolina

El primero de abril me presenté en la plaza de Devoto con algunos escritos antiguos que el decoro y la vanidad me habían impedido publicar. El fantasma ya me estaba esperando. Guardó los papeles en una carpeta, sin mirarlos. Su desinterés me molestó un poco.
—¿No los va a leer?
—Estarán bien, calculo. Disculpe si le digo que lo único que me importa es completar las doscientas páginas.
—¿ Usted cree que lo mandarán al cielo?
—No lo sé. Yo sólo quiero salir de esta situación. Para serle sincero, no sé cómo es el cielo.
—Se supone que es un establecimiento que produce agrados.
—Quién sabe. Hay distintas opiniones. Ahí tiene a los vikingos. El paraíso estaba reservado a quienes encontraban la muerte en el combate. Morir de viejo, o en la cama, era un deshonor para esta gente. Al final de cada batalla, las walkirias recorrían el campo y trasladaban a los muertos al Valhalla. Era un vasto salón techado de escudos de oro, provisto de quinientas puertas. Cada mañana, los bienaventurados salían al campo y combatían. Al anochecer, todas las heridas se curaban, los miembros cercenados volvían a su lugar y quienes habían sido muertos, resucitaban. Y así día tras día, perpetuamente. ¿Usted sabe lo que es morir todos los días?

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